Seduccion y Salvacion

3 salus et stuprum quoniam non est nobis colluctatio adversus carnem et sanguinem, sed adversus principes, et potestates, adversus mundi rectores tenebrarum harum, contra spiritualia nequitiæ, in cælestibus. Ephesisos 6:12 Empezar por el principio pudiera ser lo más fácil, sin embargo, no es asi siempre, porque lo más seguro es que sea ese el final, aunque lo hare con el ánimo de ir paso a paso en esta narrativa. Génesis, 1:1 En el principio, cuando Dios creó los cielos y la tierra, fue el momento de la creación de to- dos los seres angelicales y desde luego en el tiempo divino y eterno, en el Kairós de Dios Omnipotente, Omnisciente, Omnipresente, fue en ese espacio atemporal que se dio la batalla entre el bien y el mal, entre el más bello, resplandeciente, fulgurante, hermoso y más grande querubín llamado Luzbel y que se enfrentaba contra el último de los ángeles de los cielos, el más pequeño, el minúsculo, pero no menos bello ser de luz divina, aunque este, no tenía el reflejo igual a su oponente, su nombre es Miguel. Dios Altísimo le proveo de una espada flamígera de la verdad y la luz divina y eterna, esta, tan excesiva- mente radiante como el Ser Supremo lo es, asi seria derrotada la soberbia contra la humildad. Más Luzbel al saber quién es su contrincante (estoy narrando en tiempo presente humano, ya que el tiempo de Dios Altísimo o el Kairós es eterno), lleno de orgullo y soberbia, le dijo al Padre eterno ¿Porque me pones a tal adversario, tan ínfimo en mi categoría angelical? ya que su talante es sumamente mayor que ese ángel minúsculo, aquel cuestionamiento lo llevo a cabo, dado que, ansiaba derrotar al mismo Padre Eterno y que esa victoria fuese para que, los cielos se entera- sen de que su poder es mayor al Padre de la creación, por lo que deseaba tener frente a él otro querubín igual en poder y a su efímera soberbia y orgullosa gloria para con ello regodearse en su victoria. Grabado de Hieronymus Wierix (1584)

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