Seduccion y Salvacion
6 salus et stuprum Entre el árbol de la ciencia del bien y del mal y el árbol de la vida, alli, en el centro del universo de Dios Altísimo, en el jardín purísimo del Creador llamado el Edén y con sus preciosas manos tomo tie- rra, la amaso y creo al ser tan perfecto en su imagen y semejanza, ya que fue un solo trozo de tierra ben- dita y en ese instante Dios Trinidad Absoluta soplo el aliento de la vida sobre la nariz de esa tierra mol- deada, trasmitió con ese acto la luz eterna, la luz purísima, la luz de Dios Omnipresente, Omnisciente, Omnipotente, el espíritu fluyo en ese cuerpo de luz creado y alli se posiciona Dios Altísimo Padre, al mis- mo tiempo tambien fluyo el alma y alli esta Dios Santísimo Hijo y de igual manera fluyo al cuerpo lleno de luz Dios Purísimo Espiritu Santísimo. Genesis 2:7 Entonces Yavhé Dios formó al hombre con polvo de la tierra; luego sopló en sus narices un aliento de vida, y existió el hombre con aliento y vida. Formavit igitur Dominus Deus hominem de limo terræ, et inspiravit in faciem ejus spiraculum vitæ, et factus est homo in animam viventem. La comunicación con Dios Eterno no fue con diálogos auditivos, puesto que Adán no tenía la vocalización de un cuerpo humano, fue un cuerpo divino perfectísimo, mas perfecto que los serafines mismos, la mas alta jerarquía angelical y celestial en los cielos creados por Dios Altísimo, ya que estaba lleno de luz divi- na, puesto que en ese momento es imagen y semejanza a Dios Trino, su trasmisión de amor fue espiri- tual, dado que se comunicaba con Dios Padre a través de la profunda infusión del amor sobre su espiritu otorgado de forma gratuita, su único idioma fue el amor, no había mas. Y de ese cuerpo tan perfecto lleno de luz, Dios Altísimo Trino hizo caer en profundo sueño universal al hombre creado, del mismo, extrajo una parte de esa iridiscente luz divina para crear a otro ser humano diferente en su concepción corporal pero iguales en su trasmisión tanto espiritual como en el alma, am- bos llenos de luz divina, ambos con una misión y una orden dada, crecer y multiplicarse, tenía que ser a través del plan divino, donde el Espiritu Santísimo se incrustara en su cuerpo la semilla del amor incondi- cional y absoluto a Dios Todopoderoso y se plantara por la eternidad. Miguel Ángel—Capilla Sixtina siglo XV
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